Vampiros, Alexéi K. Tolstói


Título en España: Vampiros
Autor: Alexéi Tolstói
Traducción: Olga de Wolkonsky
Ed. Renacimiento
Páginas: 239

Vampiros reúne seis relatos de Alexéi Konstantínovich Tolstói (1817-1875), primo segundo del autor de Guerra y paz: las dos célebres novelitas Una familia de vampiros (también conocida como La familia del vurdalak en nuestros pagos) y El vampiro, los cuentos Amena, Dos días en las estepas de los kirguises y Artemi Simiónovich Bervenkovsky, y un último e inquietante relato de corte vampírico, titulado Reunidos después de trescientos años, que se ofrece aquí por vez primera en castellano. 

El año pasado, coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Bram Stoker, decidí leerme esta curiosidad que publicaba en aquel mes Renacimiento. Digo curiosidad porque, para mí, aficionada a las historias de vampiros, conocer las leyendas que podrían venir desde Rusia y el este de Europa prometía ser algo muy interesante. No le puedo estar más agradecida a la editorial porque realmente fue un viaje apasionante y enriquecedor en el que aprendí y descubrí aspectos en los que nunca antes había pensado.

Desde el breve prólogo de Luis Alberto de Cuenca, donde narra las peripecias del autor, que siendo conde, familia de Leo Tosltoi y compañero de juegos del zarevich Alejandro II, se presiente algo memorable. Esta edición consta de varios relatos: los dos primeros son Una familia de vampiros y El Vampiro, incluidos en otras recopilaciones del autor, sus historias más conocidas y que mejor podrían encajar en el concepto de vampiro eslavo. Pero además, sirviéndose de un ejemplar más antiguo, desde la Editorial Renacimiento han incluido Amena (ambientado en Roma), Dos días en las estepas de los kirguises (relato macabro de aventuras en las alejadas estepas rusas), Artemi Simiónovich Bervenkovsky (un anfitrión de lo más curioso) y el último relato, traducido expresamente de un volumen extranjero, Reunidos después de trescientos años, inédito en español hasta el momento.

Una familia de Vampiros parece seguir en parte la tónica común en los relatos victorianos del hombre de una gran ciudad que se halla perdido en un ambiente exótico o desconocido, donde de alguna manera, la sorpresa le acecha. En este caso, el protagonista llega a un remoto paraje entre bosques y montañas serbias, donde encuentra a una familia cuyo comportamiento serio y apesadumbrado le llama la atención. Como consecuencia de las trifulcas y las invasiones turcas, el patriarca de la familia se fue a las montañas a pelear, pero hizo a su familia una siniestra advertencia:

Pero si -agregó el viejo Gorsha, con cara aún más seria- si (¡Dios nos salve!), llegara pasados los diez días, por la salud de vuestras almas, no me admitáis en casa. Os ordeno que, olvidando que soy vuestro padre, me atraveséis con una estaca de roble, sin escuchar mis súplicas, y a pesar d todo cuanto haga, porque, entonces, el que regresaría no sería yo si no un maldito vampiro que vendría a chuparos la sangre.

Cuando el relato habla de los vampiros, no me imaginé a la figura romantizada y cosmopolita que se pudo tener en versiones posteriores a Dracula, si no algo más parecido a un monstruo, desprovisto de sentimientos, asolando y atemorizando una remota aldea en las montañas. Algo local, específico, más salvaje aún que los pasajes de La noche de Valpurgis, más primitivo. Las claves que el autor da a continuación sobre el carácter de los vampiros en aquella zona los distingue de otros más propios del oeste de Europa. Incluso menciona al Abad Calmet, autor francés de un tratado sobre estas criaturas (disponible en español gracias a la editorial Reino de Cordelia), por lo que resulta una maravilla para todos aquellos interesados en el terror sobrenatural.

Obviamente, el viejo Grosha regresa a la aldea como vampiro, y como la narración requiere, su familia va sufriendo el mismo destino lentamente. Esto causa diversas reacciones al protagonista, que en parte se había prendado de una de las jóvenes. Como es común en otros relatos de la época, a una escena pavorosa (en este caso sorprende cierto afán truculento del autor) le sigue una rápida huida y un final en el que de nuevo se retoma esa ambientación aristocrática y lujosa propia de los grandes salones rusos.

En esos amplios y concurridos salones rusos también comienza El Vampiro, pero en sus primeras páginas vuelve a dejar claro que, pese a tratar sobre ellos, no es un cuento al uso.

Todos ustedes, Dios sabe por qué, les llaman vampiros, pero le puedo asegurar que su verdadera denominación rusa es upiri y como son de procedencia puramente eslava, aunque se encuentran también en los demás países europeos, y hasta en algunos asiáticos, no hay motivo alguno par adoptar el nombre desfigurado por los monjes húngaros, que de pronto tuvieron la fantasía de llamarlo todo a la manera latina, y de upir hicieron vampiro.

Confieso que me sorprendí al leer esto, ya que me esperaba una narración sin ningún tipo de explicación del folklore por parte del autor, y he de reconocer que abundan, especialmente en los dos primeros relatos. Los hechos siguen discurriendo por ambientes refinados, contando la historia de una familia en especial, a la que sobrevino la tragedia y que de alguna manera, parece ser la portadora de cierta leyenda oscura a pesar de los años que han pasado desde entonces. El protagonista llega a la mansión y gracias a su galantería, despierta la atención de las mujeres de la familia, a la vez que se suceden las narraciones sobre el peculiar pasado de las mismas. Me resultó muy curiosa esa combinación de aristocracia rusa afrancesada con elementos sobrenaturales, debido más a mi desconocimiento sobre lo primero que al mal hacer del autor en lo segundo. 

Precisamente, tomando esa ambientación como ejemplo, sorprende tanto el siguiente relato, Amena. Ocurre en la Antigua Roma, en los primeros años del cristianismo en la ciudad, plena época de persecuciones y martirios. Presenta el contraste entre la pureza y la castidad de unos jóvenes cristianos, dispuestos a sufrir martirio si fuera necesario antes que renunciar a su fe; y la voluptuosidad de una deidad pagana ante la que sucumbe el protagonista, con un final sorprendente que, durante unos segundos, me hizo plantearme algunas narraciones que conozco de aquella época.

De los tres relatos que quedan, me llamó especialmente la atención el último, Reunidos después de trescientos años, inédito en español hasta ahora, y que da el broche final enlazándolo argumentalmente con Una familia de Vampiros. De hecho, puede que sea la narración más al uso en lo que a novela de vampiros se trata. Ambientación gótica, unas ruinas de un antiguo castillo en un bosque, elementos naturales desatados con una terrible tormenta descargando sobre la protagonista, y una leyenda de fantasmas y horrores que deambulan entre las ruinas.

En resumen, Vampiros es una maravillosa recopilación de relatos mediante los cuales el autor explora algunas características de la figura vampírica, en su vertiente eslava, y en parte dejándose llevar por las narraciones de la época, transportando la acción a la Antigüedad o a remotos bosques franceses.

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